viernes, 7 de junio de 2013


 Dieguito El Malo, mi héroe

¿Puede alguien pasar 30 años de su vida en prisión y mantener la travesura? ¿Seguir queriendo escapar a pesar de la mala estadística de todas sus fugas?

¿Quién da más? Juan Diego Redondo ha pasado ya por 18 cárceles y es un quijote de Dulcinea suicida e hija electrocutada al que todos aquellos que están en prisión adoran. Escribió un libro sobre su fuga "de los 45", ideada para la evasión de 600 internos aunque finalmente fueron 45 los que emergieron del túnel a las calles del Eixample barcelonés. El libro salió de la mano de un delincuente común que tiene 46 años, de los que más de 30 los ha pasado entrando y saliendo primero de reformatorios y después de las prisiones.

Entre rejas aprendió a leer y a escribir. "A los siete años me fugué por primera vez del orfelinato Rivas, un internado de Protección de Menores para niños huérfanos y de familias numerosas. La escapada acabó al día siguiente: me encontró un empleado de feria mientras dormía en un remolque de atracciones". Con ese relato arranca la introducción de su primer libro, la gran evasión de la cárcel Modelo de Barcelona en 1978. Le siguió otro:

 La Fuga de los 45 II. Atracos a Bancos, que se publicó la primavera pasada.
No se benefició del indulto tras la muerte de Franco en 1975, pero sí salió de la cárcel dos años más tarde, cuando el Rey concedió otra medida de gracia. Fue la época en la que nació la COPEL (Coordinadora de Presos en Lucha). Diego cuenta en su libro que fue propuesto como número uno. En 1998 volvió a salir de prisión por una redención pero enseguida -lo cuenta él mismo- volvió a las andadas. Además de aprender a leer y escribir, Diego recibía clases por correo. Y decidió escribir un libro sobre la fuga de la Modelo y en cierto modo autobiográfico. A ese libro le siguió una aparición en televisión en enero de 2004 como invitado y un documental que fue presentado en una edición del Festival de Cine de Sitges.

Siempre le pillan, pero él insiste. Y cuando está fuera, paradójicamente vuelve a las andadas y organiza robos de Mortadelo y Filemón. El último os sonará, el del Caprabo barcelonés. Diego estaba en busca y captura desde el pasado agosto cuando no regresó a la cárcel de Brians tras un permiso de tres días. Estaba en segundo grado penitenciario en cumplimiento de una condena de 10 años de prisión por varios delitos de robo y tenencia ilícita de armas. Su perspectiva penal era la de cumplir las tres cuartas partes de la condena en marzo de 2007 y la libertad definitiva en 2009. "No lo tenía tan mal" opinaban ayer abogados penalistas.

Él solito retuvo a 8 o 9 empleados con una pistola que "se está analizando" para ver si era o no de verdad. Qué más da! Un rato antes de entrar en el supermercado a mano armada, según se relata en El País, Diego tuvo un comportamiento peculiar. Sobre las ocho y media de la tarde entró al bar Taita-1, cerca del supermercado, se tomó tres cañas y estuvo conversando con el propietario del local, Josep Lluis Santoll. La charla fue "amigable" y "hacía bromas sobre las mujeres", recordaba el dueño del bar. En un momento de la charla, a Diego se le cayó algo de un bolsillo. Era una bala. "Enseguida sacó una pistola del cinto y la puso encima de la barra y yo le dije que no hiciera tonterías y que la guardara inmediatamente", recordaba el propietario. No llamó a la policía porque pensó que podía ser un agente un poco pasado de copas. La tercera caña se la tomó más deprisa alegando que se le "hacía tarde". Poco después, entraba en el súper pistola en mano.

Y cuando los Mossos -nuevo cuerpo de la ley por estos pagos- le tenían rodeado, trató de escapar "confundiéndose entre los rehenes"... con una peluca. Y es que según reconoció la consejera de Interior, Montserrat Tura, fueron las mujeres secuestradas las que "convencieron" a Diego para salir todos juntos del establecimiento.

Siempre le pillan, decíamos, pero creo que precisamente su fuerza consiste en que a pesar de sus fracasos mantiene en el aire una pregunta fundamental: ¿cuándo volverá a escapar?

Dieguito el malo" vuelve a prisión 

El conocido delincuente afirmó que atracó el supermercado para que su hijo "vaya a una escuela".

EFE / BARCELONA Juan Diego Redondo, alias "Dieguito el Malo", el delincuente conocido por sus más de 30 años en la cárcel y sus numerosas fugas, regresó ayer a prisión tras protagonizar un atraco a un supermercado Caprabo de Barcelona el pasado miércoles. Su presunto cómplice, Marcos V., que era empleado del establecimiento, quedó en libertad con cargos.
A "Dieguito el malo" se le imputan tres delitos: presunta autoría de robo con intimidación, detención ilegal y quebrantamiento de condena. El delincuente llegó a los juzgados custodiado por diversos agentes de la policía autonómica en un coche policial. Esposado y tranquilo, recibió incluso los ánimos de algún ciudadano.
Antes de acceder a las dependencias judiciales, Juan Diego Redondo quiso explicar lo que le motivó a atracar el supermercado. "Lo he hecho para que mi hijo vaya a una escuela, ya que los asistentes sociales del Estado no lo han llevado en tres años, y eso que lo tienen a su cargo", manifestó.
Por su parte, el empleado del establecimiento detenido como cómplice llegó con un semblante más serio. Marcos V. confesó a los Mossos que fingió ser rehén y que facilitó al atracador información sobre el dinero que se guardaba en la caja fuerte del supermercado.
Marcos quedó en libertad, pero "Dieguito" ingresó ayer de nuevo en la cárcel después de que en agosto no volviera tras disfrutar de un permiso.

Este joven, que trabajaba como reponedor en el establecimiento asaltado, de la cadena Caprabo y situado en el número 10 de la calle Ganduxer, fue detenido por los Mossos d´Esquadra anteayer como presunto colaborador de Juan Diego Redondo.
 En su segunda declaración ante los agentes, Marcos V. se derrumbó y confesó su conexión con el atracador. Este joven reconoció haber proporcionado información a «Dieguito el Malo» sobre el supermercado, como, por ejemplo, el dinero que guardaba la caja fuerte. Redondo tomó como rehenes a seis empleadas y a su cómplice, quien después del atraco frustrado explicó a los periodistas cómo había transcurrido y lo que había hecho y dicho «Dieguito el Malo» durante el tiempo que los mantuvo retenidos.

 Dieguito el Malo' entra en prisión y su cómplice queda en libertad
  
BARCELONA.- Juan Diego Redondo, alias 'Dieguito el Malo', el atracador que asaltó el miércoles el supermercado Caprabo de la calle Ganduxer de Barcelona, ha ingresado en prisión mientras su presunto cómplice, Marcos V., empleado del establecimiento, ha quedado en libertad con cargos.

Fuentes judiciales y policiales han informado que a Redondo, que ha pasado a disposición del juez, le han sido imputados tres delitos: presunta autoría de robo con intimidación, detención ilegal y quebrantamiento de condena.

'Dieguito el Malo' ha ingresado de nuevo en prisión después de que el pasado mes de agosto no volviera tras disfrutar de un permiso penitenciario. El pasado miércoles fue apresado por la policía autonómica cuando intentó huir del supermercado disfrazado con una peluca canosa entremezclado entre los siete rehenes que mantuvo secuestrados durante una hora y media.
Por su parte, Marcos V. fue detenido el viernes después de que confesara a los Mossos d'Esquadra que fingió ser rehén del delincuente, a quien facilitó toda la información sobre el dinero que se guardaba en la caja fuerte del autoservicio y quién tenía la llave.


Se da la circunstancia de que Marcos V. explicó ante la prensa, nada más concluir el atraco, y con gran frialdad, que el asaltante no había protagonizado escenas de violencia con los empleados retenidos y que pretendía que el encargado del supermercado le abriera la caja fuerte del establecimiento para quedarse con la recaudación del día.

El cómplice dijo que 'Dieguito' estaba nervioso, había fumado bastante y se había tomado una botella de cava mientras había estado con ellos.

El atracador encerró a seis de las empleadas en una oficina mientras que, encañonando en la cabeza al único rehén varón, que ahora se ha revelado como su presunto cómplice, buscó sin éxito las llaves de la caja fuerte donde dijo que sabía que se guardaban los 30.000 euros.