Ramón corrió a la celda a por su mejor traje. “El que usaba en los juicios”, cuenta. Se lo puso a trompicones y salió disparado de la tercera galería al edificio de la enfermería. Acababan de avisar. Juan Diego Redondo Puertas, conocido como Dieguito el Malo; Julián Ugal Cuenca, hermanastro de El Vaquilla, y José Antúnez Becerra “habían roto el túnel” después de un mes cavando. Tenía media hora.
Acicalado, bajó por las cuerdas del montacargas abandonado, llegó al sótano, encaró el túnel de unos 15 metros y al llegar a las cloacas echó a correr. Cabía de pie, y eso que es alto. No tardó ni un minuto en dar con una tapa del alcantarillado, la levantó y sacó la cabeza en el centro del cruce de las calles de Entença y Provença, justo delante de la garita de vigilancia de la prisión barcelonesa de La Modelo.
“El guardia civil estaba apuntándome”, imita cargando una escopeta imaginaria. Pero no reaccionó. “Paré el primer coche que venía y me piré”. Era un Chrysler blanco. El que le seguía por las alcantarillas brincó y se encaramó al techo del vehículo. En la huida le dio tiempo a mirarse la ropa. “¡El traje estaba todo lleno de mierda!”, recuerda entre risas 34 años después.
La mayoría de los fugados rondaba la veintena. Eran atracadores, amigos, colegas de los barrios periféricos de Hospitalet de Llobregat, Santa Coloma de Gramenet, Badalona... con la sangre caliente, delgados, fibrosos y gallardos. Algunos, muy bravos y temidos por la propia policía, que empezaron robando motos y coches y acabaron entrando pistola en mano en joyerías y bancos y matando a agentes sin despeinarse.
Aquel 2 de junio, los teléfonos empezaron a sonar enloquecidos en el entresuelo del número 43 de Via Laietana, sede de la Jefatura Superior de Policía de Cataluña. La brigada judicial daba el aviso al Grupo de Atracos: muchos de sus clientes habituales estaban de nuevo en circulación. El inspector recuerda “como si fuese ayer” el relato de la gente, que “vio cómo las alcantarillas se abrían, el tráfico se cortaba y los presos salían en estampida”. Estaban estupefactos.
Eran épocas convulsas en las cárceles españolas, donde los internos se organizaron en torno a la Coordinadora de Presos Españoles en Lucha (Copel), una organización creada en 1976 en el centro madrileño de Carabanchel, para exigir la reforma de la Ley Penitenciaria, que llegaría en 1979. Cualquier protesta acababa con decenas de internos con las venas cortadas. Los brazos de Ramón dan buena cuenta de esta práctica, con una veintena de cicatrices. “Los colocábamos por orden de sangrado hasta que venía el médico”, recuerda Ricardo, de 57 años, funcionario de la cárcel catalana.
Aun así, todo les salió bien. Ramón volvió a Hospitalet a buscar a sus amigos y ver adónde iban. Manolo Rastrojo Jaque, de 20 años, se presentó en casa de su madre, María, que se quedó de piedra al verle entrar por la puerta con otro. “Me dijo: ‘me voy a cambiar de ropa’. Luego me pidió que pusiese la televisión, se duchó, se afeitó y se fue”, recuerda la mujer, que vive también en Hospitalet. Él y Ramón eran vecinos.
Organizó la que pretendía ser una fuga de 600 reclusos. Utilizando platos, maderas e instrumentos de hierro, excavaron durante días un túnel
“Muchos eran analfabetos y vivían del robo. Si era de Badalona y le sacabas de ahí, se chocaba contra la pared. Iban a atracar a Barcelona y volvían a su guarida”, recuerda el inspector. Aunque muchos se daban a la “buena vida”, vestían con ropa cara, conducían coches de lujo y veraneaban en la Costa Brava.
Utilizando platos, maderas e instrumentos de hierro los reclusos excavaron durante días un túnel hacia las alcantarilla y, el 2 de junio de 1978, un total de 45 presos, entre ellos Juan Diego, lograron evadirse antes de que la Guardia Civil abortara la fuga. Pocos días después fue detenido en una operación en la que quedó gravemente herido, aunque se recuperó y volvió a prisión
Su etapa más tranquila
En 1998, Juan Diego Redondo obtuvo un permiso penitenciario que aprovechó para cometer dos atracos, según él, para pagar un nicho en el que depositar los restos de su mujer, que se había suicidado, y de su hija, que murió electrocutada a los 5 años en una calle de Rubí
Autor de una biografía
Fuentes penitenciarias han destacado que el perfil de este delincuente es el de un recluso "prisionizado", término con el que se define a aquellos incapaces de adaptarse al ambiente de fuera de la prisión, y que se mueve buscando "la notoriedad". De alguna manera, su biografía y su manera de actuar intentando atraer sobre él la atención pública recuerda a otro delincuente "mítico
Autor de una Esquela
Fecha de defunción: 18/12/2011.
Tanatorio L'Hospitalet Gran Via.
Ceremonia: 19/12/2011.
Entierro: Cementerio Poble Nou.
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