sábado, 27 de abril de 2013

Juan Diego Redondo Puertas, cerebro de la "Fuga de los 45" de la cárcel Modelo

"Por primera vez no quiero fugarme"

-¿Cómo está aquí?

-Bien. He aprendido a leer y escribir. ¡He escrito un libro!

-¡Pero está usted en la cárcel!

-Pero espero poder salir pronto y sólo venir a dormir. Por primera vez en mi vida, no quiero fugarme: tengo un hijo fuera que me necesita, y voy a aguantar.

-¿Cuántos años ha pasado en prisión?

-Casi 30 años. ¡Y me he fugado casi 30 veces! Soy un fuguista: me encierran desde los seis años..., y yo siempre he ido fugándome.

-¡Desde los seis añitos!

-En la Alpujarra no había futuro y mis padres emigraron a Barcelona. Éramos ocho hermanos. Mi padre murió, mi madre no podía mantenernos y me internó en el orfelinato Rivas. Y, a los pocos días allí, me fugué.

-¿Fue su primera fuga?

-Sí. Por la mañana me encontraron durmiendo en el remolque de una feria y me llevaron a la comisaría de la calle Malats de Sant Andreu: fue mi primera comisaría...

-Y, también, su primera detención...

-El inspector de guardia me trató con mucho mimo. Diez años después..., ¡ese policía y yo nos encañonábamos mutuamente!

-¿Con 16 años, y ya andaba a tiros?

-Es que seguí fugándome de todos los internados, del reformatorio de Wad-Ras, del Tribunal Tutelar... Para comer, robaba...

-¿Qué fue lo primero que robó en su vida?

-Una bicicleta, a los 7 años: nos sacaron del internado a pasear, vi una bicicleta, me subí y me fugué. Tras pillarme, me enviaron al reformatorio: allí me recibieron a bofetadas y me rompieron un dedo con una regla. Mi rabia crecía, vivía sólo para fugarme...

-Lo entiendo.


-A los 15 años formé una banda con el Torete, el Majara, el Buldog..., y atracábamos a mano armada. La policía nos conocía bien, y nos perseguía a tiros. Vi a policías volarles la cabeza a chiquillos ya detenidos... Yo, a los 15 años, recibí ya mis primeros dos balazos..

-Pero tiene usted siete vidas, ¿no?

-Lo que tengo son siete ombligos:mire...

-¡Buf! Está usted como un colador...

-Esto es de cuando la policía me ametralló en la playa de Castelldefels, después de la fuga de la Modelo, la fuga de los 45,en 1978.

-¿Cuándo ingresó usted en la Modelo?

-En 1975, con 16 años recién cumplidos. Aquello era el infierno. Franco murió y esperábamos el indulto, pero nos retenían... Organizamos la Coordinadora de Presos en Lucha (Copel), nos amotinamos...

-¿Qué pedían?

-La situación carcelaria era desastrosa, los funcionarios se inhibían y allí había asesinatos, violaciones... No le deseo a nadie aquello. ¡Yo preferiría morir a volver a vivirlo!

-Y se fugó.


-Antes me autolesioné,me tragué pilas, cuchillas, lejía, me corté en los antebrazos...

-¿Para qué?

-Para llamar la atención sobre nuestra situación desesperante... Luego nos amotinamos, quemamos la cárcel... Salimos con indulto y volví a atracar. Me llevaron a la cárcel de Soria, me torturaron, me fugué de un furgón serrando el suelo, y luego de diferentes cárceles..., hasta que volví a la Modelo.

-¿Y cómo seguían allí las cosas?

-Fatal. Era 1978, y fui designado número uno de la Copel. Impuse mi autoridad, puse orden en aquel caos, me llamaban el Malo Dieguito...Y organicé la fuga de 600 presos.

-¡Seiscientos!

-La mitad de la Modelo. Nos coordinamos muy bien para excavar un túnel hacia las alcantarillas... El día de la fuga nos descubrieron cuando sólo habíamos salido 45, la Guardia Civil entró a tiros y cortó al resto...

-¡Pues son ya muchísimos!

-Es la fuga más masiva de la historia carcelaria europea. Yo salí por una alcantarilla de la calle Rosellón, detuve un coche y así huí.

-Hasta ser ametrallado en Castelldefels...


-Estuve en coma. Luego inauguré la cárcel de Herrera de la Mancha, donde fui torturado, como luego pudo demostrarse. De aquellos 45, hoy sólo vivimos cinco o seis...

-¿No ha llevado jamás una vida normal?

-Sí: en 1988 salí y me casé con Carmela, una mujer muy buena, con la que tuve un hijo, Eric, y una hija, Lorena. Por primera vez tuve un trabajo fijo, como carpintero... Pero el sueño duró sólo hasta 1992, duró poco...

-Volvió usted a atracar.

-¡No! ¡Había cambiado de vida! Pero una causa pendiente de 1978 me llevó al juzgado, y lajusticiano valoró mi reinserción: le dije a mi mujer que enseguía volvía a casa... y ya nunca volví: ¡me cayeron doce años y un día!

-¿Y qué hizo su familia entonces?

-Sin ingresos, se hundió. Carmela no pudo soportarlo, y a los tres años se suicidó...

-Lo siento muchísimo... ¿Y sus hijos...?

-Mi madre los recogió. Cuatro meses después, mi hijita Lorena caminaba por Rubí, tocó unos cables de alto voltaje y murió electrocutada, con sólo cinco añitos... ¡Y la compañía eléctrica todavía no ha sido juzgada!

-No debe de creer mucho en la justicia...


-Atraqué bancos, joyerías y gasolineras, jamás a pobres, y no maté a nadie: y cuando yo vi que indultaban a los GAL y a mí no...

-Claro... ¿Y cuál fue su último atraco?

-En 1998 salí por una redención, y cometí dos atracos: ¡necesitaba el dinero para comprar un nicho en el cementerio de Poblenou!

-¿Un nicho? ¿Por qué hizo eso?

-Para juntar a mi mujer y mi hijita: iban a echarlas al osario común, ¡y eso no! Cumplo pena por eso, y no me arrepiento: ¡es lo mejor que he hecho en mi vida! Luego escribí este libro, e iba a suicidarme tras terminarlo.

-Ya lo ha terminado...


-Ahora sé que quiero vivir: viviré para ayudar a mi hijo, no le fallaré, ¡no le fallaré! 

 La Vanguardia, Miércoles, 1 de diciembre 2004